Las sombras arraigadas en tus manos como rastro de rostros enmarcados sin sensibilidad, dañan el jardín oculto en el cuerpo, la distancia del rostro al firmamento.
Sin duda un sinsentido anclado en la pereza de latir, compás en equilibrio de lo humano.
Y no sé el argumento, la razón que empaña tu existencia y tus pasos en aguas pantanosas.
Soy agua que mana fuente de linfa y alimento. Despierto los órganos linfoides y me distribuyo en la vida del cuerpo de la célula, de los campos de la inmunidad. Soy el agua que limpia los miedos soplo de la cotidianidad. Biografía del del beso puro en el Verbo. Soy el agua y el lago sereno y el torrente arribando a los ríos y el río al mar. Soy la vida esperanza en el tiempo amarre seguro. Soy lo que limpia de todo mal. Agua en la carne,luz en la tiniebla.
Mitxel Casas me ha dado la oportunidad de colaborar en esta iniciativa que está llevando a cabo en el confinamiento. Gracias por darnos voz y permitir nuestra colaboración para que esto sea más llevadero y así juntos, entre todos, podamos llegar a buen puerto. Mitxel es una de esas personas que suman. Gracias por tu programa y gracias a ti.
Y nos mandaron hacer el recorrido más allá de la palabra, más allá del camino de la memoria y pude hacerlo, y me acordé de tí, de tus inexactitudes, de ti, de tus silencios y de los días que parecieron ser.
Miré más allá entonces, donde el cielo pierde la línea y supe ver también las vidas inventadas y los secretos.
Los demás, no se que hicieron durante el camino, no pregunte tampoco y ¿para qué?, me dije, al fin y al cabo mi alma es mía y el dolor, el dolor del alma, es una manifestación indemostrable.
Volví al presente en cuanto nos lo ordenaron; volví del pensamiento a la palabra, lloré una vez más por el dolor, se sabe, y oculté otra vez el espíritu como tú me dijiste. Era lo mejor según parece.
Nada más, el dolor y
no hubo nada nuevo, la vida, el silencio y el calor inventado.
Hoy hace ocho años que inicié este blog con un humilde objetivo, proyectar la poesía y lo relativo a ella y como no trabajar un hábito lector.
Me reconozco en un trabajo educativo en el primer momento.
Lo qué empezó siendo un proyecto sencillo ha ido creciendo e intercambiando saberes con otros poetas y escritores.
Aquí seguiré, celebrando los quinientos lectores que ha alcanzado Epifanía en la Luna durante estos ocho años.
Solo puedo deciros gracias a todos los que os acercáis a estas páginas virtuales desde todos los rincones del mundo. Vosotros sois los que hacéis grande este trabajo y mantenéis viva la llama de la poesía.
Para celebrar este cumpleaños, voy a compartir un poema de mi poemario Contracorriente que espero sea del gusto de los lectores.
quién soy
qué represento,
me estremezco y nada me calma,
ni la luz que astuta se refleja
en mi cuerpo
desde el otro lado del astro
para susurrarme ecos incomprensibles.
Las palabras secretas que llevo en el cofre se esparcen y se entremezclan
entre los pensamientos.
No hay luz de luna para engarzar la noche, y me estremezco entre lo oscuro, desde lo oscuro.
Isabel Montero.
Euskal Etxea de Madrid entregó ayer los premios del tradicional Concurso ¨Poemas en Euskera”, concurso este dirigido a los alumnos del Euskaltegi y abierto a todas las personas que quisieran participar.
Los poemas premiados , entre los que se encuentra el mío fueron:
Primer Premio, “Japoniako Gereziondoa”, de Isabel Montero y “Ihesaldia” de otra participante.
Segundo Premio, “Zurekin amesten dut”, de Laura Sánchez.
Tercer Premio, “Zurrumurruak” de Jose Antonio Garcia.
La entrega de premios se realizó en el Salón de Actos “Peio Aramburu” y estos fueron entregados por Doña Karmen Turrillas Goienetxe presidenta de Euskal Etxea de Madrid y Doña Ane Itziar Bastida Lizaso, Coordinadora del Programa de Euskera.
Posteriormente todos los presentes en el Acto disfrutamos de un “piscolabis” que se sirvió en el Salón de estar/ Egongela donde debatimos agradablemente sobre temas diversos. Fue una tarde para disfrutar entre amigos.
A continuación Japoniako Gereziondoa/ El cerezo Japonés
Japoniako gereziondoa
Nire etxe ondoan dagoen japoniako gereziondoa
bakarrik aste batez loratzen da.
Bakarrik aste bat.
Nire etxe ondoan dagoen japoniako gereziondoa
bere lur japoniarretik urrun bizi da.
Hemen dauzkagun gure lurrak berdeak dira
eta badaki gure lurrak bereziak direla,
Bere sustrai luzeak hondaratzeko.
Gure milaka urteko lurrak bereak bezalakoak dira
eta baita hizkuntza hori esateko.
Al lado de mi casa vive un cerezo japones
que solo florece durante una semana.
Solo una semana.
El cerezo japones que está al lado de mi casa
vive lejos de su tierra japonesa.
Aquí tenemos nuestras tierras verdes
y sabe que nuestras tierras son especiales,
Para enraizar sus profundas raíces.
Nuestras Tierras como las suyas son milenarias
y también una lengua milenaria para decirlo.
Isabel Montero
Este cerezo vive de verdad en Euskal Herria al lado de la casa de unos amigos, en Oiartzun, al lado de Peñas de Aia. El suegro de mi amigo lo plantó. Este poema es un homenaje a esta persona que hizo enraizar un cerezo japones en tierras vascas.
Eskerrak eman nahi dut Euskal Etea lehiaketa hau egiteagatik eta sari hau honengatik.
El Peine del viento, Eduardo Chillida. Foto Isabel Montero.
Entendemos por espectador la persona que aprecia una obra, sea teatro, arte, literatura, música, espectáculo, aspectos de la vida diaria, incluso elementos de vida que pudieran ser consideraros objetos o situaciones de no asombro.
Suponemos siempre que el papel del espectador está supeditado o predefinido a la voluntad del autor. Pero este hecho es subjetivo ya que en realidad quien percibe la obra puede ajustarse o no a lo que el autor esperaba e incluso a lo que se espera por las autoridades en la materia que se exhibe.
Realmente yo concibo al espectador como la persona que realiza un acto de comportamiento social por el cual observa una situación y esta situación la percibe con diferentes sensaciones; muestra poco interés, gran interés, se emociona e incluso llega al asombro. Lo que puede surgir a partir de este asombro puede ser otra creación poética, musical, escultórica, es decir en cualquier disciplina que se integran en la capacidad creadora del ser humano. El hecho de asombrase ya es en si una creación del ámbito emocional.
Hay por tanto asombros en los que uno mismo se hace público de conjunciones asombrosas que ocurren entre los distintos elementos de la Tierra. La combinación de elementos naturales y de los transformados por las manos del hombre.
Me ocurre con la obra del escultor Eduardo Chillida, en toda su obra ya sea en el museo Chillida Leku o en cualquier espacio en el que esté situada. El mayor efecto lo percibo en la obra para mí “Opera Prima” de Chillida, “El peine del viento” en San Sebastián.
El hombre, las manos, la materia y los elementos: aire, fuego, agua y tierra. Es el fuego el que modela el hierro para transformarlo, quizá intentar dotarlo de vida, hacerlo infinito y ver, que en último término no puede ser y son los elementos de la naturaleza los que se acercan a esta idea de infinitud que el hombre puede percibir por sus sentidos, por su percepción y propiocepción.
Creo que la búsqueda de Eduardo Chillida se asienta en una inmersión de todo lo descrito.
Lo finito, lo infinito y la transformación por la mano del hombre al igual que hicieron nuestros ancestros y los primeros seres humanos: observar, trabajar y transformar intentando ver la utilidad, buscando el porqué de los fenómenos e incluso la espiritualidad. Veo por tanto en la obra de Chillida una búsqueda incesante de lo que pudiera haber “más allá”.
Contemplando este verano la obra “El peine del viento” agitó mi ánimo que concluyó con la siguiente composición poética.
Eduardo Chillida Juantegui fue un escultor y grabador vasco conocido por sus trabajos en hierro y en hormigón (San Sebastián-Donostia 1924/2002)
El peine del viento.
Allí está, anclado en el acantilado él, “El Peine del viento”.
De repente, se me antoja lo más profundo: el viento, el arco que describe la ola,
la espuma que atraviesa el espacio vacío entre los dedos.
Quizá quiera atrapar lo infinito,
asir el aire, apresarlo, sujetarlo y hacerlo suyo.
Hacer permanecer al viento entre sus manos,
entre los dedos de hierro.
Pero se escurre la apariencia una y otra vez.
El viento, el aire, la tormenta, las olas y la sal de mar desaparecen.
Al rato otra vez chocar con las olas, contra los peines, contra el muro
y todo se resbala. Sopla el aire por las chimeneas del pavimento, ¡zum! y
gotas de agua.
Todo se transforma y al tiempo se marcha, igual, desaparece
como la espuma.
El canto de las gaviotas, el sol, el agua, el olor a sal,
inmensidad en el acantilado.
Profundidad.
¡Peine del viento! Hierro forjado en fuego para la infinidad.
Y la finitud de la materia, sin embargo, surge ante el Universo infinito.