Y recordarme, recordarme como era; ser mi principio, mi fin y saber descifrar la palabra que resuena en mis sienes. Y recordarme, recordarme a mí y como era. Amanecer cada día y mirarme en el espejo, y recordarme. Saber quién soy, y recordarme. Contar mis dedos y las flores de las plantas del jardín. Y recordarme. Saber tu rostro, palpar tus manos y recordarte y recordarme.
Las sombras arraigadas en tus manos como rastro de rostros enmarcados sin sensibilidad, dañan el jardín oculto en el cuerpo, la distancia del rostro al firmamento.
Sin duda un sinsentido anclado en la pereza de latir, compás en equilibrio de lo humano.
Y no sé el argumento, la razón que empaña tu existencia y tus pasos en aguas pantanosas.
Soy agua que mana fuente de linfa y alimento. Despierto los órganos linfoides y me distribuyo en la vida del cuerpo de la célula, de los campos de la inmunidad. Soy el agua que limpia los miedos soplo de la cotidianidad. Biografía del del beso puro en el Verbo. Soy el agua y el lago sereno y el torrente arribando a los ríos y el río al mar. Soy la vida esperanza en el tiempo amarre seguro. Soy lo que limpia de todo mal. Agua en la carne,luz en la tiniebla.
Mitxel Casas me ha dado la oportunidad de colaborar en esta iniciativa que está llevando a cabo en el confinamiento. Gracias por darnos voz y permitir nuestra colaboración para que esto sea más llevadero y así juntos, entre todos, podamos llegar a buen puerto. Mitxel es una de esas personas que suman. Gracias por tu programa y gracias a ti.
Y nos mandaron hacer el recorrido más allá de la palabra, más allá del camino de la memoria y pude hacerlo, y me acordé de tí, de tus inexactitudes, de ti, de tus silencios y de los días que parecieron ser.
Miré más allá entonces, donde el cielo pierde la línea y supe ver también las vidas inventadas y los secretos.
Los demás, no se que hicieron durante el camino, no pregunte tampoco y ¿para qué?, me dije, al fin y al cabo mi alma es mía y el dolor, el dolor del alma, es una manifestación indemostrable.
Volví al presente en cuanto nos lo ordenaron; volví del pensamiento a la palabra, lloré una vez más por el dolor, se sabe, y oculté otra vez el espíritu como tú me dijiste. Era lo mejor según parece.
Nada más, el dolor y
no hubo nada nuevo, la vida, el silencio y el calor inventado.
Hoy hace ocho años que inicié este blog con un humilde objetivo, proyectar la poesía y lo relativo a ella y como no trabajar un hábito lector.
Me reconozco en un trabajo educativo en el primer momento.
Lo qué empezó siendo un proyecto sencillo ha ido creciendo e intercambiando saberes con otros poetas y escritores.
Aquí seguiré, celebrando los quinientos lectores que ha alcanzado Epifanía en la Luna durante estos ocho años.
Solo puedo deciros gracias a todos los que os acercáis a estas páginas virtuales desde todos los rincones del mundo. Vosotros sois los que hacéis grande este trabajo y mantenéis viva la llama de la poesía.
Para celebrar este cumpleaños, voy a compartir un poema de mi poemario Contracorriente que espero sea del gusto de los lectores.