Comparto con todos ustedes una entrevista que me ha realizado la poeta Chelo de la Torre para su blog. Espero que os guste. Aprovecho para agradecer a Chelo su interés por mi poética y mi último libro.
El próximo miércoles 15 de marzo será la puesta de largo de mi último libro de poemas. Un libro que se escribe desde la tensión de lo sensible. La imagen de portada del libro es un acrílico que se titula «Basoa» cedido por el pintor Donostiarra Kepa Lucas y está íntimamente abrazado al contenido de la obra.
Estaré acompañada por Raquel Pérez, periodista cultural y autora del prólogo.
Las palabras de recepción estarán a cargo de,
Román Zurutuza, presidente de Euskal Etxea de Madrid.
Íñigo López de Uralde Garmendia, miembro de la Junta directiva de Euskal Etxea de Madrid.
Francisco Caro, poeta.
Además la velada se amenizará con melodías vascas interpretadas al Txistu por,
Urko Urteaga y Nagore Aguirre.
Cómo colofón se servirá un «piscolabis» en la egongela/salón para todos los asistentes.
El acto tendrá lugar el próximo miércoles 15 de marzo
A las 20:00 h en el Salón Peio Aramburu, Euskal Etxea/Hogar Vasco, calle Jovellanos, 3 de Madrid.
¡Serás bienvenido!
«El fulgor de las aguas entre los árboles».
Isabel Montero Garrido
Prologo Raquel Pérez
Portada sobre la obra «Basoa» acrílico de Kepa Lucas.
Mahalta ediciones.
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Estabas ahí, mirabas, escrutabas, olías, y dabas vueltas alrededor con la botella de agua en la mano. Paladeabas el sabor en la boca de la confidencia. En la boca seca del secreto. Caminabas arriba y abajo. Absorbías la referencia en la palabra. La hacías tuya. La sabias Tuya. Levantaste tus ojos, un momento, Azul. Se hizo el silencio.
Amanece y traspasa la línea del horizonte. Conduces y luego andas por las aceras, entre las calles esas que tienen un ligero olor a té verde.
Una madre con «hiyab» te llevará hoy un termo.- Miras las farolas aún iluminadas, adviertes en ellas destellos luminiscentes. Es el rocío, por tanto, sabes que es un efecto óptico, y a pesar de ello, te engañas como tantas veces y agradeces lo que recibes, esas ilusiones que dan sentido a tu quehacer diario. Caminas y la gente pasa a tu lado. Deambulan, igual que tú, aún desvaídos por la madrugada. Piensas que son como tú – todos iguales en un estado de bienestar- No adviertes nada diferente. Sólo cincuenta nacionalidades o más en el mismo patio en la misma escuela.
-Y que poco llevas en ese destino- Detrás La Cañada y la ruta de los transportados del poblado de Valdemingómez. Al atardecer, de vuelta a casa, después de muchas jornadas, miras el telediario, lees en Internet y transitas todas las redes al mismo tiempo en un mismo espacio, el tuyo. Te haces consciente entonces.