Foto subida de Internet
Mitxel Casas me ha dado la oportunidad de colaborar en esta iniciativa que está llevando a cabo en el confinamiento. Gracias por darnos voz y permitir nuestra colaboración para que esto sea más llevadero y así juntos, entre todos, podamos llegar a buen puerto. Mitxel es una de esas personas que suman. Gracias por tu programa y gracias a ti.
Padre
En medio del caos, me acordé de ti, Padre,
por ese hombre que había en la clínica.
Estaba con su hija y ella, lo mimaba.
Se llamaba Antonio.
Sentados con nuestros guantes y mascarillas
guardábamos más de un metro.
Pero yo te veía por detrás, Padre.
Antonio tenía el pelo cano como tú
y largo por el confinamiento, pero
no tenía tu gorra.
Antonio lo sabía todo como tú y su
hija lo arropaba como yo a ti a veces.
Antonio entró a una prueba en silla
de ruedas, porque si, como lo harías tú .
-Hay muchay y ya que estamos…
Cuando salió, dijo a su hija:
-vámonos que a mí el médico
ya me ha explicado todo.
-¿A ti papá?
-Si, a mí. Y entonces vi
mi cara en su hija. Y te quise Padre.
Yo me fui y allí. Dejé a Antonio y su hija.
Al pasar por la Residencia de ancianos
de una calle, vi desde el coche al ejército
entrando, y pensé Dios, ¿cuantos han
muerto aquí ? Y pensé en ti Padre, y te quise
Padre, porque esa es una realidad que tú
y yo no conocemos. Y llore por ellos Padre,
porque estaban solos.
Isabel Montero