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Más tarde podremos volver a crear

Foto Isabel Montero

La situación que vivimos desde marzo a nivel mundial es desconocida. Nunca habíamos pasado por un trance de este calibre.
Estamos siendo testigos de manera activa de situaciones difíciles de superar.
Una Pandemia mundial conlleva, desconocimiento, miedo a enfermar o a morir, impotencia por estar fuera de nuestras manos la situación, incapacidad por tanto para manejarla emocionalmente, desconcierto y frustración. Nuestro cerebro no está preparado para hacer frente de una manera adaptativa a la nueva realidad.
Con hechos menos significativos de la vida diaria ya se habla de estrés postraumático. Este estrés suele superarse porque tiene un fin, es decir existe una duración relativa en el tiempo.
En este caso, la Pandemia del Coronavirus es un estrés sostenido del cual no sabemos nada. La etiología del virus, la situación real, los pronósticos en el tiempo, la cura y sobre todo el final. No vemos de momento la luz al final del túnel. Además hemos cambiado nuestro modo de vivir, de hacer, de relacionarnos. Nuestro cerebro está siempre alerta, siempre preparado para la huida, pero no sabemos a donde, ni cómo , no existe un lugar donde podamos protegernos. Es una alerta un poco baldía.
Esto nos produce situaciones emocionales complejas.
Tener recuerdos recurrentes.
Revivir situaciones angustiantes.
Sufrir bloqueos mentales.
Estar en situación de ansiedad continua.
Permanecer alejado de lugares y acontecimientos que le recuerdan el hecho traumático.
Tener dificultades para dormir.
Sobresaltarse.
Falta de concentración.
Falta de memoria.
Imposibilidad de realizar actividades que se hacían habitualmente tanto físicas como intelectuales.
Miedo a perder facultades.
Miedo a morir.
Pensamientos negacionistas de los hechos.
Síntomas físicos.
Dolores que no se pueden paliar.
Desatención a nivel sanitario de otros aspectos.
Todo esto unido al desconcierto informativo, la poca solidez de la información, la situación política mundial hace difícil superar este estrés, por falta de acción y resolución.
No existen en el mundo de la información trabajos de fondo que nos ayuden a colocar hechos.
Tampoco hay orientaciones públicas a nivel de Salud Mental.

Quizá la ciencia sea exacta pero el proceso emocional y las respuestas adaptativas de los hombres no. Ante un mismo estímulo hay muy diferentes reacciones incluso, en el mismo individuo.
En situaciones de estrés postraumático de otra índole yo veo caminos de ayuda. Pero en este momento son casi inaccesibles. Es inaccesible acudir a un profesional de la sanidad en el ámbito psicológico y psiquiátrico. Estamos solos. Esto nos lleva al horror. Al miedo de no manejar nuestra mente. Y a llenar nuestro inconsciente de basura emocional que permanecerá mucho tiempo anclada y taponada.

“Mano sobre mano” y recojo la expresión de una conversación de una buena amiga, así estamos y además espantados.
¿ Qué hacer?
Poco hay. Evitar consumo de drogas y alcohol, estar en cada momento en una actitud consciente…¿difícil no? Es un estado de supervivencia. Yo voy a recomendar un libro que a mí en su momento me ayudo,
“El hombre en busca de sentido” de Victor Frankl.
Y sobre todo veo que hay que intentar estar aunque sea virtualmente conectados, con amigos. Apoyarnos. Hablar, decir. Escuchar y seguir adelante.
Y si podemos poner humor, ponerlo.
Y no dudar, si hay algún profesional de Salud que nos escucha y nos aconseja una medicación psicológica para el ánimo y seguir sus instrucciones.

Para mis amigos.

Isabel Montero
Docente
Escritora/poeta

Sobre libros

Barro Líquido , reseña al poemario de Oskar Rodrigáñez Flores

Barro Líquido, Plaquette, Foto Isabel Montero

«Barro líquido» es una «plaquette», obra en pequeño formato, del poeta y amigo Oscar Rodrigañez Flores.

El barro se moldea, e incluso se escurre entre las manos. El barro como materia tangible transferido a la palabra poética de Óskar. «No sólo hay un camino» dice Óscar en su poema Camino escarchado, «soñamos por seguridad/y la vida se renueva» y así el poeta, moldea emociones, expectativas, realidades, como dice «Guillermo Lopetegui» en su prólogo: » haciendo de nuestro barro líquido, materia sólida y luminosa.


He destacado de entre toda esta vida, el poema que Óscar dedica a las 20.000 víctimas, y 5000 muertos afectados por la intoxicación del aceite de Colza en 1981. Este año fue mi primer curso en Madrid y quiero también recordar a aquellos alumnos, a aquellas familias…Aún se sigue trabajando por un reconocimiento justo de una masacre, que como dice Óscar: «sufrimiento excesivo de esta vida.


Me ha emocionado leer el prefacio que dedica a «Barro liquido» el escritor Manuel Quiroga Clérigo, recientemente fallecido.
Es difícil para mí hacer una reseña, máxime de un poemario que me llega al alma ya por su calidad literaria ya porque es el poemario de un querido amigo. Siempre digo que soy una poeta sencilla y ahora estoy como lectora que se emociona e incluso quiere ir más allá para saber qué hay, detrás de la creación de cada poema. Escrutar todos y cada uno de los pensamientos que hicieron que Óscar escribiera esta obra poema a poema y de una manera lineal tan bien engarzada.


Las plaquettes que edita la editorial Búho Búcaro son exquisiteces en forma y contenido. Un placer para el paladar del lector.
Solo me queda mi Enhorabuena a Óscar Rodrígañez, amigo y compañero de poesía por este trabajo tan bien moldeado a pesar de hacerlo con «Barro líquido» . Un beso enorme y mi gratitud por tener en mis manos tu obra!!!

Isabel Montero Garrido

Madrileño. Licenciado en Osteopatía (ejerce desde 1996), Presidente de Ediciones El Búho Búcaro .

Barro Líquido, Oscar Rodrigañez, Foto Isabel Montero