Fin de Año es una de las fiestas que más me gustan de este periodo de diciembre.
Dejas atrás viejas experiencias, que sí bien te han servido de aprendizaje ya no las necesitas. No es necesario cargas sobre la espalda. No quieres tampoco que asomen por tus bolsillos como pañuelos viejos. No quieres.
Amanece. Amanece un nuevo año. Amanece un nuevo año y con el nuevas él nuevas expectativas, nuevos sueños.
Por un momento vislumbras nueva luz, un nuevo faro que alumbra lo que puede ser, Y será bueno.Nace la esperanza. Se asoma el propósito, la certeza de nuevas y diferentes albas.
Un nuevo camino, un nuevo avanzar.
Es la confianza de salir de los barros, de no quedarse boca abajo en un pantano, de no permanecer más, sí, más en agua turbia y embalsada. De no cruzar el mar a pelo, cubriendo más arriba de las rodillas cuando el agua golpea, cuando el tiempo se vuelve una ola gigante.
Una nueva oportunidad, un mundo nuevo y diferente.
Por ello quiero desearos a todos los amigos y seguidores de este blog
Me he asomado a la poesía del escritor uruguayo afincado en Madrid, Jorge Ernesto Olivera (1964 en la ciudad de Treinta y Tres, Uruguay).
fotograía Isabel Montero
Entre otras cosas, Jorge Olivera es autor de “Poemas del desierto de Mojave” , con el que obtuvo el Premio Gerardo Diego 1993 de la Diputación de Soria. «Labios de Poniente «(2000), Premio Municipal de poesía de Montevideo, 1997 y Mompracen (2002). Tiene además publicados relatos, ensayo y un largo etcétera que es mejor descubrir de la mano de sus libros y su pluma, su voz y su palabra siempre certera.
Se doctoró en la universidad Complutense de Madrid y actualmente ejerce como profesor en una prestigiosa universidad de esta misma ciudad.
Lo que he sentido al tener la literatura de Jorge en las manos lo resumo con una cita del escritor vasco Kirmen Uribe:
Hay un miedo que sin aviso nos invade por completo.
Como los albatros de febrero en los acantilados,
Bada beldur bat abisurik Gabe eta erabat hartzen gaituena,
“Mientras tanto cógeme la mano” / “Bitartean Heldu eskutik”
La escritura de Olivera es la emoción en estado puro. En sus obras la poesía es la propia poesía. La palabra su propia voz. Su lenguaje es origen de la idealidad que como afirma el filósofo Don Emilio Lledó esta idealidad es la forma suprema de la libertad, de la creatividad.
Jorge Olivera se relaciona con el texto y el texto así mismo con el lector en una forma de producción e interacción universal. En un ininterrumpido movimiento de instantes, que se fijan en el paladar, sabores que van y vienen en una perfecta comunión poesía/humanidad.
Palabras que se convierten en poemas que no quedan anclados, sino que avanzan en un continuo en su trabajo, en una incesante búsqueda de formas o “performas” tan solo de palabras, que combinan en escena expresión y sentido. Su capacidad de reflexión sobre el lenguaje, su uso, el conocimiento de sus limitaciones nutren la genialidad de su obra.
El primer libro que encontré de Jorge Olivera fue “Kayac y otros poemas”
Publicado en Amargord (2011)
fotografía Isabel Montero
Habló la hechicera, rema, dijo,
mientras hería al animal
cuchillo abajo por el pecho,
bate alas a ritmo de danza
El ave muerta ya…
…y el kayac bajo mis pies
en el cristal
la voz cantaba…(fragmentos de “Kayac y otros poemas”
La poesía de Jorge viaja en Kayac, surca el océano, navega ríos, crea mundos para seguir navegando, avanzando en la estrechez de esta embarcación, a la vez rápida, pero insegura.
Su voz es la voz así crecida desde el pirata reconquistando Mompracen, buscando sirenas
las he visto desnudando la aurora
alejarse entre muchedumbres de delfines
raspar el agua como aviones de titanio
surcar el cielo como barcos entrevistos al filo del horizonte…
fotografía Isabel Montero
Y no había sirenas…
Su voz, es la voz que crea mundos, mundos imaginarios, o no. Crea efectos desde un no ser a ser. Su lenguaje es el efecto de una memoria y mundos imaginarios, mundos que a su vez nos transportan, seguramente en un viaje en kayac.
Isabel Montero
«Kayac y Otros poemas» Jorge Olivera, Editorial Amargord