
Hoy volví a sentir el frío bajo la piel. La imposibilidad de olvidar mi otro papel, me hizo pisar más fuerte las hojas de los árboles sobre el asfalto. Era otoño avanzado y el camino que recorrí una vez ilusionada se había vuelto del revés.
Más seguí avanzando músculos torpes sobre mis huesos, con el saber de que tal vez no había pasado nada. Y que el tiempo fue bueno. Y que la vida seguía de otra manera. Y seguía.
Y así rellené el documento para devolución de papelinas y confetis gastados de aquella otra vida. Poca cosa. Un momento para el recuerdo. Y volví al presente con mis pies sobre la hojarasca.
Eso sí al salir del registro saludé amablemente al funcionario.
Guiomar 52.