Acelerar
como un río montaña abajo
e irrumpir
en cascada sonora
contra
el
suelo
y
dejar estar una carcajada
como quiera que la vida este
y
a pesar de todo,
volver a nacer desde el epicentro.
Epifanía en la luna
Acelerar
como un río montaña abajo
e irrumpir
en cascada sonora
contra
el
suelo
y
dejar estar una carcajada
como quiera que la vida este
y
a pesar de todo,
volver a nacer desde el epicentro.
Llueven gotas y mojan casi todas las caras. Incontables piernas se mueven deprisa sobre los adoquines de las aceras salpicándose, en ocasiones embarrándose las pantorrillas o los bajos de los pantalones. Llueven gotas y más gotas. Las piernas andan arriba y abajo, cruzan las calles en vertical, en diagonal, por el paso de peatones. Algunas, las menos, esperan a que el semáforo cambie la luz. Los coches chirrían, suenan, aparcan, desaparcan, en línea, en batería, en doble fila con las luces de posición.
Una mano encuentra una puerta y abre la cancela. Hay unas escaleras. Las piernas de la mano suben las escaleras, toc, toc. Otras piernas bajan: toc, toc. Se cruzan. Tropiezan. Un hombre, otro hombre.
Dos perdones secos.
…los dolores, sin embargo,
dejemos estar: tanto hemos sufrido.
Iliada
La palabra se precipita hacia el abismo.
La palabra es nada.
Nada y sin embargo nos amarramos
a un pedazo de aire
como un funambulista en la cuerda floja.