Respondiendo a las demanda de mi notable e insigne profesor Don José Luis D. realizo un poema que indigne que no «indignado» término este ya desgastado, muy usado. Un poema que enfade, que…
Y ¿Dónde voy a buscar la inspiración? En los grandes por supuesto. De todos son conocidos los poemas satíricos-burlescos de Lope de Vega, Luis de Góngora, Quevedo y por supuesto sin el menor ánimo de de emularlos salió este poemilla.
A las chicas, compañeras de taller: Una de risas.
¡Buenoooooo! Tambien a los chicos por compartir la tarde a carcajadas.
Me gusta cuando callas porque tu hálito se detiene
y no aspiro de cerca el barniz que expulsa tu boca
parece que así, callado, con tus labios bien sellados
evita que se propague la peste de cordero degollado
y el tufo de una fábrica de pate de hígado de oca.
Como en todo, en la vida hay que saber callar
y si es posible, a tiempo, en un justo momento.
¿Sabes por qué alma mía? Te lo voy a explicar:
porque estás mejor callado, hermético, cerrado
que emitiendo sonidos de sabor amortajado.
Me gusta cuando callas y estás como distante
porque tu olor a cerdo no llega a cada instante.
Es lucha de titanes, gusano de fruta de nevera
cuando subes el brazo, oler tu peluda sobaquera.
¡Apártate de mí ser putrefacto, casposo andante!
Déjame que te diga, marrano e indecente
que el aliento te huele y no a pasta de dientes.
Ciérrame así la boca y baja bien los brazos
que de sentirte al lado vomito ya y a destajo.
¡Por favor no me pidas un beso!
Pobre hombre…jajjajaj 🙂
Besito grande
Pues sí Lidia, pobrecito, ja,ja. Besitos.