Aniversarios · Pensamientos · poesía Isabel Montero Garrido

Día del Amor y día de la amistad

Reflexiones sobre la poesía.

En este día en el que todos nos queremos, voy a publicar un poema de amor con esta reflexión: no es necesario estar amando o vivir un desamor para escribir poesía de amor. Mirar el mundo, traer espacios tuyos y ajenos, observar… Creo que es todo lo que se necesita. Indudablemente si hemos amado mucho, ayuda. ¿Y quien no ha amado alguna vez en su vida? ¿Quien no desea o ha deseado que le amen?
La poesía en el género que sea ha de sugerir. Ese sugerir, en la poesía del amor es la clave.
Sabemos que hay muchos tipos de amor. Hoy hablo del amor físico, del anhelo sexual y del vacío que supone en las personas no tenerlo.

Tampoco creo en la existencia de poetas que escribe de amor o mal llamados «románticos» haciendo diferencia con poesía conceptual. El amor es concepto como muchos otros conceptos.
Un poeta es por encima de todo, poeta. Y su ejercicio ha de ser diverso en el hacer. Ha de poder escribir diferentes géneros poéticos.

No sé si el poema acierta o no. La división entre un buen poema de amor o una cursilería, o que roce la pornografía es una fina línea.

Tu piel, porcelana.
Rozar tú espalda en éxtasis.
Repasar los caminos de tus venas
azules, límpidas como el agua.
Dibujarlas, una y otra vez
mientras nos amábamos
círculo infinito.

Tu cuerpo ánfora, cristal «art deco»,
espacio sacro y jardín.
Edén místico de sueños.
Mi cuerpo, hoy escarcha.
Recuerdo de lo que no pudo ser.
Espacio sordo y vacío de haber
amado tanto.

Acaricio con mis dedos tu espalda.
Acto de oración en tu piel porcelana.
Y no pudo ser.
Siempre lo supimos.

© Isabel Montero Garrido

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Paisajes: Aroma


Al llegar a la rotonda de arriba, esa que no tiene salida y está abierta a un ascensor de calle y a unas escaleras empinadas, abrí la puerta del coche y bajé. Lloviznaba suave y seguido. No hacía frío a pesar de ello.
Escuché el olor a humedad, a hierba cortada y vi que en el muro de piedra que sujetaba el monte, asomaba un hermoso un rosal silvestre. Las rosas habían brotado ajenas a vivir ancladas a la pared.
Respiré el aroma de manera más honda, más intensa. Me gustaba esa sensación de naturaleza angosta entre las casas y el muro. El sonido mojado me penetraba calando hasta los huesos.

Estaba en casa.
© Isabel Montero

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Azul

Estabas ahí, mirabas, escrutabas, olías, y dabas vueltas alrededor con la botella de agua en la mano. Paladeabas el sabor en la boca de la confidencia. En la boca seca del secreto.
Caminabas arriba y abajo. Absorbías la referencia en la palabra. La hacías tuya. La sabias Tuya.
Levantaste tus ojos, un momento, Azul.
Se hizo el silencio.

© Isabel Montero Garrido
© Intervalos, La Fragua del Trovador

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