
En este tiempo que llevamos apenas sin objetivos salvo intentar cuidarnos y aprender a vivir de otra manera, al mismo tiempo que sorteamos a los viandantes sin mascarilla por las aceras o soportamos la irresponsabilidad de algunos que ponen en peligro nuestra salud con sus fiestas y botellones, en este tiempo, busco refugio y casi auto confinamiento elegido dentro de las paredes de mi casa. Una de las cosas que me salva es la escritura y otro la lectura. La lectura que permite que me sumerja en otros mundos diferentes al mío y que además me aporta análisis sobre hechos y acontecimientos de la historia y de la vida que me permiten tener un pensamiento claro y objetivo sobre las actuaciones de la humanidad en el transcurso del tiempo .
Uno de los libros que me ha permitido lo que planteo anteriormente, un análisis dentro de una trama bién estructurada y la elaboración de un pensamiento objetivo, es la última novela del escritor Alfonso Cebrián: “La casa dorada” que forma parte de la serie “Nada quedó de abril”. Una serie que si bien conviene leerla entera, se pueden leer los libros independientemente. Esta es la magia que hace Alfonso con sus tramas y sus personajes.
En “La casa dorada” Diego Alvarez nos llevará nos guiará por algunos tramos de su vida, de su relación con Blanca y de los secretos que guardan esas casas antiguas, testigos de otras vidas y arruinadas por el tiempo y el olvido.
Alfonso, escritor a quien leo desde hace mucho tiempo y con el que intercambio literatura y buena amistad, es un novelista que teje las tramas con el sumo cuidado de una labor de su tierra, Toledo. Yo pienso sus libros como un precioso tapiz trazado con punto Lagartera. El tiempo va y viene. Sus personajes también en un espacio literario que nada lo detiene.
Dice Alfonso que su lugar literario es La Mancha, donde Cervantes sitúa al hidalgo Quijana, en un lugar que transciende la historia y la geografía y allana fronteras sin el menor esfuerzo. Pero también el autor dice que al hablar de La Mancha tiene que referirse a Yonville y Flaubert, Faulkner y Yoknapatawpha, New York y Dos Passos, Paris y Cortázar, Macondo y Garcia Márquez , El río, Santa Maria y Onetti, Región y JuanBenet o el Páramo y Luis Mateo Diez y un largo etcétera que deja sin nombrar porque para el autor de “ La casa Dorada” todos los lugares son literarios.
En este libro nos plantea el reto de “El Valle, que puede ser un Valle cualquiera, un lugar de fábula donde se moverán hechos y pasiones de Blanca, Diego, Marta, Carmelo, Dorotea, Manuel, Elvira y otros personajes, donde la vida y la muerte serán protagonistas en el hecho vital de la existencia. Además de Valle, Barcelona, Madrid, Lisboa, New York, Valencia,México…Y el tiempo, pasado, presente y futuros que se adivinan, siendo el tiempo para el autor un recurso importante para contar en el que se mueve con agilidad y destreza.
Su enorme capacidad creativa, su pericia en el tratamiento de los personajes, su gran sensibilidad y su alma de poeta construyen un imaginario que nos hace vivir y palpitar con ella.
Mi más sincera enhorabuena Alfonso por esta tu nueva novela con devoción por tus letras y con mi amistad y cariño.
Isabel Montero
Alfonso Cebrián es un escritor que nació en marzo del 48 del pasado siglo en Toledo. Ha publicado Las aguas del olvido, Amelia y Doña Rosa y nada quedó de Abril, El libro de Carmelo.
También lo podéis encontrar en su blog literario “Cuentos inacabados” ( http://www.cuentos inacabados.wordpress.com) y en su muro de facebook.
Esta reseña aparecerá en mi muro de facebook y en mi blog (epifaniaenlaluna.com, Isabel Montero Garrido y si cabe en mi istagram)