Sin duda, las piernas no le sostenían. Eso sí, caminaba. Caminaba como un autómata, como un condenado que conoce su destino camina hacia el patíbulo. Con los oídos presos de estímulos incoherentes, de sonidos seguramente en off y ajenos a las voluntades racionales.
Caminaba con los ojos casi ciegos derivado de un continuo permanecer nublado, en el intento de volcar las lágrimas hacia dentro como un río estéril que nunca desemboca en el mar. Y andaba así, con las fuerzas tentándole las sienes simulando de continuo una máscara en la cara. Con una sonrisa pálida e indefinida pegada al rostro con Loctite.
Caminaba a sabiendas de todo esto.
Y fue así caminando que un día vislumbró su locura y la asimiló como elemento intrínseco a su propia naturaleza humana. Supo por tanto vivir de acuerdo a su no ser.
Caminar implica salir de la seguridad y enfrentarse a la soledad de lo desconocido con la esperanza de lograr la experiencia espiritual.
La vida es camino. La vida es energía dinámica que nos impulsa a buscar.Lo importante del camino es «hacer el camino». El acto de caminar es un acto de toma de conciencia, es una manera de dirigir el tiempo de la vida.
Isabel, un profundo abrazo!
Loli
Muchas gracias Loli por tu comentario. Sí, se hace la vida al andar.un beso
La sensación al leer el relato, es la de caminar en un túnel oscuro y poco iluminado, en zig zag, vestida de un traje de convencionalidad, de una sonrisa artificial,mientras se percibe una gran angustia existencial, a la par de sorda aceptación frente a lo inevitable, que es la naturaleza humana que limita y condicina.
Está muy bien escrito.
No podía ser más acertada tu interpretación. Gracias Cristina Chimeno. Un abrazo.
No podía ser más acertada tu interpretación. Gracias Cristina.