A mis alumnos de Compensatoria
Nada más grato en mi docencia de los últimos doce años que el aprendizaje de vida adquirido de mis alumnos. Mi gran fortaleza. Ahora que mi discapacidad sensorial me aparta de esta labor rindo homenaje a estos alumnos que han sido mi gran fortaleza en este caminar duro y complejo de estos últimos cursos.
Gris es gris
es gris y
amanece.
Despunta
como un día más en el barrio irreconocible, indómito e infinito.
Amanece en tierra de nadie.
Amanace.
Negro es negro.
Luz de fluorescente que agoniza.
Aula
Sala donde se da clase.
Aula.
Escribe.
y el sudor también amanece en sus axilas púberes.
Gris, negro, gris, hambre.
Mira.
Ojos negros oscilan arriba y abajo.
No centellean.
Contempla
pantalla de ordenador viejo pero no olvidado
en la esquina del aula..
Traspasa
Gris-negro-gris
Su alma obsoleta.
Y no llueve tras los cristales.
Cristales
y a través, nítidas presencias de niños flacos
que juegan.
Que juegan ausentes a lo presente y pisotean las hojas que cayeron una-detrás-de-otra.
Sí.Todo gris,
como las cenefas
que pintaba Juan Gris
cristales de las botellas de «Anís del Mono»
sobre periódicos françeses
y violines desportillados y tetragramas
y silencios de blancos verdes granates bermellones
y las hojas pisadas por existencias anónimas
fuera ya del marco improvisado
en la Plaçe du Tertre.