Hoy el ser que habita en mí no sabe
si habita
o se le habita su piel.
En su penumbra no conoce por qué el mundo es mundo
ni de qué está trazado el sustrato que le sustenta.
Desconoce la razón.
Y desconoce por qué
las manos
acarician sueños inexistentes.
Ignora también la causa del por qué la luna
se rodea de satélites artificiales.
La mente se cobija
se guarda mientras tanto.