relatos Isabel Montero Garrido

Paisajes: Aroma


Al llegar a la rotonda de arriba, esa que no tiene salida y está abierta a un ascensor de calle y a unas escaleras empinadas, abrí la puerta del coche y bajé. Lloviznaba suave y seguido. No hacía frío a pesar de ello.
Escuché el olor a humedad, a hierba cortada y vi que en el muro de piedra que sujetaba el monte, asomaba un hermoso un rosal silvestre. Las rosas habían brotado ajenas a vivir ancladas a la pared.
Respiré el aroma de manera más honda, más intensa. Me gustaba esa sensación de naturaleza angosta entre las casas y el muro. El sonido mojado me penetraba calando hasta los huesos.

Estaba en casa.
© Isabel Montero