A veces, escribir mariposas es abrir un candado
frío, herrumbroso, ennegrecido por salitre de mar.
Sostener de la mano la tapa de cartón de la maleta
y buscar en libros, cuadernos con letras ilegibles
y rastrear,
seguir abandonada a la lectura de mil versos escondidos
y escrutar,
cada símbolo, cada trazo, cada palabra de texto en blanco.
Definir una historia de recuerdos enmudecidos en el tiempo
plasmada en largas estrofas de vida entre bastidores.
A veces, escribir mariposas es abrir un candado
que cerró mil visiones enajenadas,
mil voces interiores hueras, baldías en ramas hojas
del árbol vida, de la vida del árbol, del trigo de la mies
en el verano,
de escarcha recogida en algunas ventanas invernales.
A veces, abrir el candado es recorrer una vida y su misterio
acercarse a las charlas de un café clandestino en madrugada,
acechar desde lejos las viejas heridas sin cicatrizar
y no pasarlas de alto
y no dejarlas varadas junto a las rocas.
A veces, a veces pienso en no abrir ese candado viejo.
Trabajo poético realizado para el taller de poesia de Valerio Cruciani. poema a partir del primer verso dado.
