A veces, escucho por un instante, una voz
en las entrañas de mi vientre, y puede ser que seas tú
en ese ir y venir de la memoria emocional.
Entonces me sorprendo y recuerdo sentir el alivio
de tu boca en mi pecho cuando me rompía,
y creía que recorrías mis confesiones
con tu alma, con tus ojos de ver la vida y lo
que quedaba de ella.
Luego despierto, recorro el muro de piedra
con mi mano, áspero, gris en ocasiones, y me
detengo de nuevo ante la rapidez de una lagartija
que se escapa por entre las grietas de la pared.
Isabel Montero