Con sigilo, levanté ese tapón
de la fregadera
el de color azul y
dormías aún en el cuarto,
nada nuevo, y tal vez, me di cuenta
en ese mismo momento que el agua
se escapaba por el desagüe, ahí ,
en ese mismo momento te vi,
tal como eras.
Con sigilo, abrí la puerta entonces,
igual que el tapón de la fregadera
y me dejé ir.
Buenísimo. Tú eres la que te vas. Eso es saber decidir.
Gracias Vicente!! Me alegra tu comentario.
Extraordinario poema! Inevitable como el agua que corre… Besos.
Gracias Julie, como me alegra que te guste. Un beso grande!!!
Muy original, Isabel. Espero que te dejes ir… de otra manera. Gracias por compartir este poema.
Un abrazo muy fuerte.
Gracias Isabel, yo estoy bien, disfruto con las creaciones. Un beso grande
A veces sucede. Es seguro de que para eso se necesitan dos cosas: inteligencia para ver la necesidad de irse y valentía para hacerlo. Lo que viene después es siempre maravilloso.
Un abrazo.
Intuimos que sin duda fue bello. Me alegra que te guste. Gracias por comentar! Ssaludos!
Te dejaste ir en pos de un mejor manantial, sin duda. ¡Hermoso! Un acto cotidiano y trivial dio paso a la valentía, la libertad y la inspiración.
¡Saludos!
Si ciertamente asi es Saricarmen. Cualquier motivo por impensable que sea puede convertirse en poesia. Gracias por visitar y comentar mi blog. Abrazos.
Inteligente y lúcido. Enhorabuena.
Salud.
Gracias Julio!!! Me alegra tu comentario!! Un abrazo!
Hermoso poema! Dejarse ir como el agua es una imagen hermosa!
Gracias Juacostriga, agradezco tu comentario. Saludos!
Hay veces que solo nos hace falta un momento para ver claro, tan claro como el agua que hay que salir por esa «puerta» ese desagüe.
Me ha encantado este poema tan breve y tan inmenso.
Gracias por compartir Isabel.
Un abrazo.
Gracias y me alegra que te guste. Fuerte abrazo!!